La expulsión de Jude Bellingham en el empate 1-1 entre el Real Madrid y Osasuna ha desatado un debate inusual en España sobre la traducción y el significado cultural de las blasfemias en inglés.
El árbitro José Munuera Montero consideró que el mediocampista inglés profirió un insulto al dirigirse a él con lenguaje ofensivo, lo que le costó una tarjeta roja. Sin embargo, Bellingham argumentó que no insultó al colegiado, sino que utilizó una expresión común en inglés que, según él, no debía interpretarse como ofensiva.
“Soy un jugador inglés… y cuando hablo en el campo es normal que utilice expresiones que me salen naturalmente en inglés”, declaró Bellingham tras el partido. “No hubo ningún insulto. Se puede ver en el video que fue una expresión dirigida a mí mismo, ni siquiera me estaba dirigiendo al árbitro”.
Carlo Ancelotti, técnico del Real Madrid, respaldó la versión de su jugador, señalando que el árbitro malinterpretó el significado de la frase. “Creo que el árbitro entendió mal el inglés de Bellingham… La traducción no es la misma y no creo que sea ofensivo en absoluto”, afirmó.
El debate ha cobrado relevancia en los medios españoles, con programas de televisión, radio y redes sociales discutiendo si la expresión utilizada por Bellingham debía considerarse un insulto punible. Mientras que en la Premier League los futbolistas suelen expresarse con un lenguaje fuerte sin mayores sanciones, en España las normas son más estrictas, y Bellingham podría enfrentar una suspensión de entre cuatro y doce partidos por “insultar, ofender o dirigirse al árbitro en términos o actitudes ofensivas”.
El caso de Bellingham recuerda a un incidente similar ocurrido la temporada pasada con Mason Greenwood, delantero del Getafe, quien vio su expulsión anulada tras un malentendido lingüístico similar.
La resolución de este caso sentará un precedente sobre cómo se interpretan las expresiones extranjeras en el fútbol español y si el contexto cultural influye en las decisiones arbitrales.