Fenway en huelga: trabajadores abandonan los puestos y dejan a la MLB

Boston vive su primer paro laboral en 113 años en medio de tensiones por salarios, automatización y dignidad laboral

BOSTON — Lo que comenzó como una noche más de béisbol en uno de los estadios más históricos del mundo, se convirtió en un capítulo sin precedentes en la historia del Fenway Park. Más de 1,000 trabajadores de concesiones, representados por el sindicato UNITE HERE Local 26, se declararon en huelga este lunes, dejando vacíos los puestos de venta de alimentos y bebidas en pleno corazón de Boston. Esta es la primera huelga laboral en los 113 años de historia del icónico estadio, y la tensión fue tan palpable como el silencio en los pasillos donde solían escucharse gritos de “¡Hot dogs! ¡Peanuts! ¡Cold beer!”

Queremos que nos vean como seres humanos, no como máquinas desechables”, expresó contundentemente Lucía Hernández, trabajadora con 12 años de servicio en el Fenway, al tomar el megáfono frente a la puerta G del estadio, justo cuando los Red Sox se preparaban para recibir a los Dodgers. “No se puede sostener una vida digna ganando $16 la hora en una ciudad como esta”, añadió.

Los trabajadores, que laboran para el concesionario Aramark, no están protestando contra el club en sí, sino contra las condiciones impuestas por el proveedor que administra la alimentación en el parque. Exigen un salario base superior a los $20 dólares por hora, garantías frente a la creciente automatización de servicios, y mejores condiciones de programación laboral que eviten jornadas impredecibles y mal pagadas.

No estamos pidiendo lujos, estamos exigiendo justicia”, declaró Henry Morales, miembro del comité negociador. “Fenway genera millones de dólares cada temporada, pero sus trabajadores apenas sobreviven. ¿Dónde está la equidad?”

Mientras tanto, los fanáticos —habitualmente preocupados solo por el marcador— se encontraron con puestos cerrados, largas filas en las pocas estaciones abiertas y pancartas que decían: “No cruces la línea de huelga. Apoya a quienes te han servido por años.” La reacción fue mixta. Algunos, en señal de solidaridad, se negaron a consumir. Otros, frustrados, calificaron el hecho como una “vergüenza innecesaria”.

Desde la administración de Aramark, la respuesta ha sido escueta. En un comunicado breve, la empresa declaró que “lamenta los inconvenientes causados y continúa negociando de buena fe”, sin ofrecer mayores detalles sobre avances o posturas ante las demandas específicas del sindicato.

La protesta ocurre en un contexto complejo para la MLB. Con temas como el salary cap y las investigaciones por apuestas que rodean a otras franquicias, este paro pone en evidencia otro frente de conflicto: el laboral. En palabras de Susan Koenig, portavoz de UNITE HERE, “la MLB no puede llamarse una liga de primer nivel si permite que los trabajadores de sus estadios vivan como ciudadanos de tercera”.

Cabe recordar que el Fenway Park no es ajeno a las luchas sociales. A lo largo de su historia ha sido escenario de momentos que han trascendido el deporte, desde manifestaciones por derechos civiles hasta protestas contra la guerra. Pero esta vez, el conflicto viene desde dentro: desde quienes han servido durante años, en silencio, detrás de mostradores de nachos y máquinas de soda.

El paro continúa sin fecha clara de resolución. El sindicato ha dicho que no se moverá “hasta que las palabras se conviertan en propuestas firmes”, y ha llamado a los fanáticos de todo el país a “mostrar su poder de consumidor responsable”. La pregunta que resuena en Boston y más allá es clara: ¿puede sobrevivir el béisbol sin quienes lo alimentan desde sus entrañas?

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