De la depre­sión a la chispa: Norris bri­lla en el gla­mo­roso cir­cuito de Mon­te­Carlo

Will Swanton para The Australian

McLa­ren lounge es como una sala de expo­si­ción de Ikea. Sillas y mesas blan­cas orde­na­das. Mini­ma­lista. Una máquina de café en la esquina. Un simu­la­dor de carre­ras a la dere­cha. Oscar Pias­tri salta de su casi­llero, orde­nado y blanco, para tomar el volante del auto­mó­vil tor­be­llino que con­duce por la carre­tera de ladri­llos ama­ri­llos del cam­peo­nato mun­dial de Fór­mula Uno.


Esta­mos en la pista para la cla­si­fi­ca­ción en el Gran Pre­mio de Mónaco. Nada ace­lera su motor como las revo­lu­cio­nes rea­les de los moto­res. Para cuando lea este hilo en la bri­llante edi­ción del lunes del perió­dico, dada la dife­ren­cia hora­ria entre hemis­fe­rios, la carrera en sí misma se habrá corrido y ganado, lo que hará que la cali­fi­ca­ción sea un punto dis­cu­ti­ble.


¿Qué hay de eso? La sesión es tan impor­tante y estre­sante que las mon­ta­ñas Tete de Chien tie­nen las cejas frun­ci­das en con­cen­tra­ción, y tan elec­tri­zan­tes que las tór­to­las chi­llan como los his­té­ri­cos segui­do­res de Ferrari, y tan des­pia­da­dos que los super­ya­tes se cubren la cara con las manos para ali­viar su ten­sión, así que cubra­mos la cali­fi­ca­ción como un evento por dere­cho pro­pio.


Enton­ces, aquí vamos, com­pa­ñe­ros de barco. Hay una fuerte ten­sión den­tro de la sala de expo­si­ción Ikea de McLa­ren antes del ini­cio de las 4 p. m. Pias­tri y Lando Norris tie­nen una diná­mica inte­re­sante. Pias­tri es tran­quilo, sen­sato, rela­jado, bas­tante filo­só­fico al res­pecto. Norris es más una estre­lla del pop bri­tá­nico con el cora­zón en la manga. Si pones a Rob­bie Williams en un auto de F1, sos­pe­cho que sería Norris: un poco chico, alto y luego bajo, algo de tra­ve­sura en el ojo, haciendo mala­ba­res con sus cam­bios de humor y los alti­ba­jos del impulso. Pias­tri tiene el aire más refi­nado de un tipo que se pre­para para un reci­tal de piano o una lec­tura de poe­sía espe­cial­mente impor­tante.


Una mul­ti­tud de más de 100.000 glev­heads, el nom­bre que dare­mos a estos gla­mo­ro­sos rev­heads, se ali­nean en las coli­nas y valles, desde el agua del Medi­te­rrá­neo hasta las nubes, tan azu­les entre sí, para el juego cla­si­fi­ca­to­rio de quién se atreve a ganar. Pias­tri baja el pie, y luego lo baja una frac­ción más, para alcan­zar los 282 km / h en el túnel. Frena y gira len­ta­mente alre­de­dor de la hor­qui­lla Fair­mont, la curva más lenta de la F1, que se ase­meja a un des­vío de obras via­les en casa cuando te ves obli­gado a dar un giro agudo de 360 gra­dos a nada más de 30 km/h. Evita el trá­fico y Lance Stroll de Aston Mar­tin, que parece un peli­gro para él y para los demás. Es un entorno tan urbano que puede tener que dete­nerse en un semá­foro en rojo para que una madre pueda empu­jar su coche­cito al otro lado de la calle, pero, de nuevo, las mon­ta­ñas y la deli­cada arqui­tec­tura dan la sen­sa­ción de un set de fil­ma­ción.


Pias­tri, Norris y Char­les Leclerc de Ferrari, bur­lán­dose de las pre­dic­cio­nes apo­ca­líp­ti­cas para su carrera de casa, están en un ding-dong stoush por la pole. Son acto­res en el esce­na­rio de la F1, recor­dando un comen­ta­rio de la por­ta­voz de TAG Heuer, Kris­tine Dru­llion, mien­tras expli­caba el acuerdo de patro­ci­nio de 10 años y 1.500 millo­nes de dóla­res de su com­pa­ñía con el GP de Mónaco.


“Tie­nes riva­li­dad, y tie­nes caí­das trá­gi­cas, y de repente, tie­nes héroes sin pre­ce­den­tes o inau­di­tos”, dice sobre la F1. “Se hace eco de algo muy anti­guo y muy rico, que es un arque­tipo narra­tivo. Somos una cul­tura que ama el entre­te­ni­miento y por eso esta­mos tan engan­cha­dos. Es como Sha­kes­peare sobre rue­das.”

Pias­tri tiene momen­tá­nea­mente la pole posi­tion, solo para caer al ter­cer lugar cuando Leclerc y Norris lo gol­pean, quien evoca la vuelta más rápida jamás regis­trada en Mónaco: 1 minuto 09,954 segun­dos.El inglés ha logrado el pri­mer puesto gra­cias a una deses­pe­rada sala de exhi­bi­ción de Ikea, última bre­cha, todo o nada, orde­nada, blanca, mini­ma­lista, ani­mal, de una vuelta. Es un recor­da­to­rio de que es pro­ba­ble que la pelea por el título mun­dial entre Pias­tri y Norris vaya carrera por carrera, colo­ca­ción por colo­ca­ción, neu­má­tico por neu­má­tico, hasta el final en una tem­po­rada de 24 even­tos que tiene cau­ti­va­dos a los 750 millo­nes de faná­ti­cos de la F1.


Norris ganó el GP de Aus­tra­lia de aper­tura de tem­po­rada y luego se pre­ci­pitó por un pre­ci­pi­cio. Su regreso a la fama coin­cide con dar un paso atrás en las redes socia­les y sus 10 millo­nes de segui­do­res en Ins­ta­gram. “Sim­ple­mente no es algo que dis­frute”, dice. “No nece­sito hacerlo. Es mi vida. Puedo hacer lo que quiera. Dis­fruto no usar mi telé­fono tanto como solía hacerlo. Toda­vía uso mi telé­fono y sigo enviando men­sa­jes de texto a mis ami­gos y todas estas cosas. Sim­ple­mente veo las redes socia­les más, desde mi pers­pec­tiva, como una pér­dida de tiempo y ener­gía. Sim­ple­mente no lo nece­sito. Siento que tengo más tiempo para hacer las cosas que quiero hacer. Solo quiero pasar tiempo con mis ami­gos. Voy y juego golf y entreno y hago cosas que son pro­duc­ti­vas.”

El punto más bajo de Norris fue cla­si­fi­carse sexto en el GP de Bah­réin. Estaba desor­de­nado, oscuro, letár­gico, dis­traído y gimió: “He sido lento todo el fin de semana, para ser honesto. No es nada sor­pren­dente. Acabo de estar fuera de eso. Siento que nunca antes había con­du­cido un coche de Fór­mula 1. Estoy luchando mucho y no se por qué. Tengo que tra­tar de encon­trar algu­nas res­pues­tas. El auto es increí­ble, así que no tengo nada de qué que­jarme allí. El equipo está haciendo un tra­bajo increí­ble, y estoy agra­de­cido por el equipo, pero sigo decep­cio­nán­do­los.”
Ha estado lleno de fri­jo­les en Mónaco. Gane, pierda, empate, se estre­lle con­tra el agua en Port Her­cule o derrape en la pis­cina del Esta­dio Náu­tico Rai­ner III, Norris ha redes­cu­bierto su mojo en Mónaco, y el reju­ve­ne­ci­miento sig­ni­fica pro­ble­mas para Pias­tri en el swing euro­peo.
“No creo que te des cuenta de lo bien que se siente esto”, dice Norris.
“No ha ido bien en los últi­mos meses. Estar aquí con la mente más fresca’s es un gran ali­vio y la pri­mera vez que logro armar todo desde Aus­tra­lia.
“Pase lo que pase el domingo, es un paso en la direc­ción correcta para el resto del año. Vamos a Bar­ce­lona des­pués de esto y cada fin de semana merece un nuevo estado de ánimo, y estoy mejo­rando en estas cosas. Puedo estar insa­tis­fe­cha cuando fallo, pero en rea­li­dad nunca he dudado de lo que soy capaz. La cla­si­fi­ca­ción de hoy ha demos­trado que tengo razón.”

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