La millonaria apuesta de la FIFA para revolucionar el fútbol de clubes inicia este 14 de junio en Estados Unidos, con una edición ampliada de la Copa Mundial de Clubes que reunirá a 32 equipos en 12 estadios a lo largo de un mes. Sin embargo, el entusiasmo del público parece lejos del ideal, con entradas aún disponibles incluso para la final del 13 de julio en el MetLife Stadium.
El torneo fue presentado como una antesala brillante para el Mundial de 2026, pero ha enfrentado críticas desde varios frentes: criterios de clasificación confusos, el estado físico de los jugadores tras una temporada europea extenuante, y acusaciones de favoritismo.
Uno de los casos más controvertidos es el del Inter Miami de Lionel Messi, que jugará el partido inaugural ante Al Ahly de Egipto en Miami. El club estadounidense obtuvo su boleto pese a perder en la primera ronda de los playoffs de la MLS, gracias a su liderato en la temporada regular. Muchos analistas consideran que la FIFA priorizó la presencia del astro argentino por razones comerciales, desplazando al campeón real, LA Galaxy.
El torneo también excluyó al Club León, campeón de la Concacaf 2023, tras un fallo del Tribunal de Arbitraje Deportivo que concluyó que compartía propiedad con otro equipo clasificado, lo cual violaría las reglas del certamen.
La FIFA ha evitado revelar cifras de venta de boletos, aunque señala que hay entradas adquiridas desde más de 130 países. Aun así, la imagen de estadios semivacíos amenaza con empañar la fiesta que el máximo organismo del fútbol pretendía como un evento global al nivel de la Champions League.
El evento incluirá a clubes como Real Madrid, Manchester City, Palmeiras, Urawa Red Diamonds, Monterrey, Inter de Milán, entre otros, con la promesa de una bolsa de premios sin precedentes. Pero entre el escepticismo de los aficionados, la carga física de los futbolistas, y la falta de historia en este nuevo formato, la FIFA tendrá que esforzarse para convertir esta apuesta en un éxito.