Los Chargers de Los Ángeles anunciaron la baja del linebacker Joey Bosa, poniendo fin a una trayectoria de nueve temporadas con la franquicia. La decisión se tomó a menos de una semana del inicio del nuevo año de la NFL y responde a factores económicos y físicos, dado el alto impacto de su salario en el tope financiero del equipo y su historial de lesiones.
Bosa representaba un impacto de 36.47 millones de dólares en el tope salarial de 2025, pero con su salida, los Chargers liberan 25.36 millones en espacio financiero. Su salida también marca el adiós del último jugador que formaba parte de la plantilla cuando la franquicia aún jugaba en San Diego.
Seleccionado en la tercera posición global del Draft 2016, Bosa fue pieza clave en la defensiva angelina. En 2020 firmó una extensión por 135 millones de dólares y cinco años, convirtiéndose en el defensivo mejor pagado de la liga en ese momento. Sin embargo, las lesiones limitaron su rendimiento en las últimas campañas. En 2023 jugó 14 partidos, pero solo fue titular en nueve, registrando cinco capturas, su cifra más baja en temporadas con al menos 12 juegos.
Desde 2021, el defensivo ha lidiado con lesiones en la cadera, la espalda y una inguinal que lo marginó de gran parte de 2022. En la última temporada, una lesión en el pie lo dejó fuera de los últimos siete encuentros.
A pesar de su historial físico, Bosa deja un legado importante en la franquicia con 72 capturas, la segunda mayor cantidad en la historia de los Chargers y la décima mejor marca en la NFL desde 2016.
Tras su salida, los Chargers buscarán asegurar la continuidad de Khalil Mack, quien es agente libre sin restricciones. Además, el joven Tuli Tuipulotu, líder del equipo con 8.5 capturas en 2023, se perfila como el reemplazo natural en la defensiva angelina.