Crisis en la FIA: el presidente Mohammed Ben Sulayem enfrenta acusaciones de mala gobernanza y presiones legales

La Federación Internacional del Automóvil (FIA) se encuentra en el ojo del huracán tras nuevas revelaciones sobre las prácticas internas lideradas por su presidente, Mohammed Ben Sulayem. De acuerdo con fuentes cercanas al Consejo Mundial del Deporte Motor (WMSC), el presidente habría impuesto acuerdos de confidencialidad (NDA, por sus siglas en inglés) a sus miembros, provocando una ola de indignación entre figuras clave de la organización y amenazas de acciones legales.

Según informó el medio especializado F1 Chronicle, varios miembros del WMSC denunciaron haber sido forzados a firmar estos acuerdos bajo la premisa de proteger información interna. Sin embargo, críticos sostienen que esta medida “atenta directamente contra la transparencia y la naturaleza democrática del organismo rector del automovilismo”. Entre los más vocales se encuentra David Richards, presidente de Motorsport UK, quien habría cuestionado duramente la legalidad de estas prácticas: “No podemos permitir que la FIA opere como un ente opaco. La gobernanza debe estar al servicio del deporte, no de los intereses personales”.

La polémica no es aislada. Desde su ascenso a la presidencia en 2021, Ben Sulayem ha sido una figura controvertida. Si bien asumió el cargo con una promesa de modernización y eficiencia, sus decisiones han sido objeto de creciente escrutinio, especialmente tras la introducción de nuevas normas de conducta para los pilotos y el endurecimiento del control sobre las comunicaciones internas. Estas reglas han sido catalogadas por la Asociación de Pilotos (GPDA) como “represivas” y “poco alineadas con el espíritu competitivo de la Fórmula 1”.

Robert Reid, vicepresidente deportivo de la FIA, también habría manifestado su preocupación: “El WMSC necesita operar con libertad de expresión y deliberación. Imponer restricciones legales a sus miembros no solo es éticamente cuestionable, sino que puede vulnerar los principios fundacionales del automovilismo internacional”. Diversas federaciones afiliadas, incluyendo a la alemana y la australiana, se estarían sumando al llamado por una auditoría independiente.

En este contexto, analistas advierten que la crisis institucional podría tener efectos directos en la Fórmula 1 y otras categorías bajo supervisión de la FIA. “La pérdida de confianza en la dirigencia afecta tanto las decisiones técnicas como la percepción pública del campeonato”, afirmó Mariana Becker, periodista especializada. “Esto no es solo una disputa administrativa, es una amenaza al equilibrio de poder en el deporte motor global”.

Mohammed Ben Sulayem, por su parte, no ha ofrecido declaraciones públicas desde la difusión de las denuncias, aunque un portavoz de la FIA aseguró que “todos los procesos internos están en conformidad con los estatutos del organismo y bajo revisión legal constante”. Sin embargo, estas declaraciones no han sido suficientes para calmar el ambiente de tensión que crece tanto en el paddock como entre los cuerpos reguladores nacionales.

La presión sobre el presidente se intensifica con cada hora. Diversos actores clave del automovilismo han solicitado una reunión extraordinaria del Consejo Mundial, e incluso se especula con una posible moción de censura. En palabras de un delegado que pidió mantener el anonimato: “Si no hay transparencia en la FIA, no puede haber justicia en la pista”.

Con un calendario de Fórmula 1 aún cargado de eventos, la incertidumbre sobre el futuro del liderazgo en la FIA plantea una pregunta inevitable: ¿puede el deporte seguir avanzando si quienes lo dirigen pierden legitimidad?

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