Lo que debía ser una jornada vibrante en el Mundial de Clubes 2025 terminó empañado por una escena bochornosa que recorrió el mundo en segundos. El encuentro entre Inter de Milán y River Plate, disputado esta tarde en el Lumen Field de Seattle, terminó en una pelea masiva que involucró a jugadores, miembros del cuerpo técnico y hasta personal de seguridad del estadio. El resultado final —una victoria 2-1 para Inter, que lo clasificó a octavos como primero del Grupo E— quedó completamente opacado por la violencia desatada al final del partido.
Todo comenzó en tiempo de descuento, cuando una dura entrada de Denzel Dumfries sobre Claudio Echeverri encendió la mecha. Tras el pitazo final, el argentino Marcos Acuña, visiblemente alterado, persiguió a Dumfries por todo el campo y lo empujó violentamente cerca del área técnica. Lo que siguió fue una escena dantesca: empujones, golpes, insultos, y hasta patadas entre futbolistas de ambos equipos, mientras los árbitros y la seguridad intentaban —sin éxito— controlar la situación.
El árbitro principal, el inglés Anthony Taylor, ya había expulsado a dos jugadores de River —Enzo Díaz y Nicolás Fonseca— durante el segundo tiempo por doble amarilla, pero los incidentes posteriores podrían derivar en una nueva ola de sanciones. “Esto fue una vergüenza, no se puede jugar con esta violencia. Espero que FIFA actúe y sancione como corresponde”, declaró Simone Inzaghi, técnico de Inter, visiblemente molesto en conferencia de prensa.
Desde el lado argentino, las versiones difieren. “Nos faltaron el respeto durante todo el partido. El árbitro dejó pegar, Dumfries provocó, y cuando reaccionamos, solo nos señalaron a nosotros”, se quejó el capitán de River, Franco Armani, quien tuvo que intervenir para separar a sus compañeros durante la trifulca. La dirigencia de River elevó una protesta formal a la FIFA denunciando “doble vara” en la aplicación del reglamento y “trato preferencial” hacia los clubes europeos.
Las redes sociales se inundaron de videos y reacciones apenas terminó el partido. Mientras algunos usuarios condenaban la actitud de River, otros apuntaban al historial de Dumfries, recordando incidentes similares con selecciones sudamericanas en el pasado. La prensa argentina habló de “provocación europea” y “pérdida de códigos”, mientras que en Italia se defendió la reacción de Inter como un “acto de legítima defensa”.
La FIFA, que por ahora no ha emitido un comunicado oficial, se enfrenta a una presión mediática creciente para tomar decisiones disciplinarias inmediatas. El escándalo ha reavivado el debate sobre la disparidad de criterios arbitrales entre equipos sudamericanos y europeos, así como la creciente tensión por el formato expandido del torneo. Lo que debía ser una fiesta global del fútbol terminó sumido en la controversia, y el desenlace de este episodio podría marcar un antes y un después en la historia del renovado Mundial de Clubes.