Montreal, Canadá – 16 de junio de 2025 — La tensión se apoderó del paddock tras el Gran Premio de Canadá luego de que la escudería Red Bull Racing interpusiera dos protestas formales contra el piloto de Mercedes, George Russell, por supuesta conducta antideportiva durante un período de Safety Car. La acusación principal señalaba que el británico frenó de manera “errática e innecesaria”, afectando a Max Verstappen, quien lo seguía de cerca en ese momento crucial de la carrera. Sin embargo, la Federación Internacional del Automóvil (FIA) desestimó ambas protestas tras una revisión exhaustiva de los datos telemétricos y las cámaras a bordo.
De acuerdo con el dictamen oficial, los comisarios determinaron que “no se identificaron frenadas abruptas o maniobras injustificadas que contravinieran el reglamento bajo condiciones de Safety Car”, y calificaron la actuación de Russell como dentro de los límites permitidos. A pesar de la resolución, la acción encendió los ánimos en Red Bull, particularmente en Verstappen, quien expresó su frustración por la constante vigilancia sobre su conducción: “Es realmente infantil tener que estar aclarando cada vez que alguien cree que algo fue a propósito. Esto es Fórmula 1, no jardín de niños”, comentó el tricampeón neerlandés.
El jefe de equipo de Red Bull, Christian Horner, respaldó la decisión de elevar la protesta, argumentando que era necesario “defender los intereses del equipo”, aunque se mostró conforme con la resolución final: “Aunque no estamos de acuerdo con todas las conclusiones, respetamos el criterio de los comisarios. Nuestro deber es presentar preocupaciones cuando sentimos que algo puede poner en peligro la equidad de la competencia”.
Por su parte, George Russell respondió con diplomacia a la controversia, asegurando que “la prioridad siempre fue mantener la temperatura de los neumáticos y controlar el ritmo sin violar el reglamento”. El piloto británico no recibió sanción alguna y finalizó la carrera en el podio, lo que añade una capa más de intensidad a la ya tensa rivalidad entre Mercedes y Red Bull. La polémica dejó al descubierto una vez más cómo los márgenes estratégicos bajo el Safety Car pueden ser objeto de múltiples interpretaciones, y cómo cualquier movimiento puede derivar en un conflicto dentro de la élite del automovilismo mundial.